
La disnea, la sensación subjetiva de falta de aire, puede ser una experiencia alarmante y angustiosa. Aunque todos hemos experimentado esa sensación tras un esfuerzo físico intenso, cuando ocurre sin razón aparente o de forma persistente, puede indicar que existe un problema de salud subyacente.
Las patologías respiratorias como la disnea son un problema de salud grave que afecta a la calidad de vida de muchas personas. Su tratamiento exige un enfoque multidisciplinar, en el que participan desde cardiólogos y neumólogos hasta especialistas con un Máster en Fisioterapia Cardiorrespiratoria como el que se imparte en la Universidad Europea.
En este artículo te explicamos qué es la disnea, cuáles son sus causas y qué tratamientos son los más eficientes.
“Disnea” es el nombre que recibe la dificultad para respirar. Quienes la sufren la describen como una sensación de ahogo u opresión en el pecho, aunque cada persona puede experimentarla de manera diferente. Existen dos tipos principales de disnea:
La disnea no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma de otras condiciones y una señal de alerta que el cuerpo envía para indicar que algo no está funcionando correctamente en el proceso respiratorio. Para encontrar el tratamiento adecuado, es necesario empezar por identificar su causa subyacente.
A nivel fisiológico, respirar parece un acto automático, pero involucra un equilibrio preciso entre el sistema respiratorio, el corazón, los vasos sanguíneos y el cerebro. Cualquier alteración en estos mecanismos puede desencadenar la disnea. Por ejemplo, hay ocasiones en las que el problema radica en los pulmones, como ocurre con el asma, la neumonía o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). En otros casos el origen puede estar en el corazón, como cuando existen enfermedades coronarias o insuficiencia cardíaca. Incluso las alteraciones metabólicas, como la anemia, pueden provocar este síntoma al reducir la cantidad de oxígeno que llega a los tejidos.
Más allá de las causas físicas, es importante recordar que la disnea también puede ser producto del estrés o la ansiedad. Un ataque de pánico, por ejemplo, puede generar una respiración rápida y superficial que el cerebro interpreta como una falta de aire, perpetuando así la sensación de ahogo. Esta conexión entre mente y cuerpo hace que el diagnóstico y tratamiento de la disnea requieran una visión integral del paciente.
Una vez identificado el origen de la disnea, se aplica un doble enfoque que combina el tratamiento de la enfermedad causante con estrategias terapéuticas para mejorar la función pulmonar y aliviar los síntomas. Estas últimas pueden agruparse en dos categorías principales:
En pacientes con enfermedades respiratorias crónicas, las terapias físicas ayudan a mejorar la función pulmonar. Algunas de las técnicas que se utilizan son las siguientes:
La aplicación de estas técnicas exige conocimientos especializados de fisioterapia cardiorrespiratoria, una disciplina que aborda múltiples aspectos dentro de la disnea, desde su diagnóstico hasta su tratamiento. Es una de las múltiples salidas profesionales de la fisioterapia, un campo que se ha diversificado mucho en las últimas décadas y que ahora incluye también especialidades como el Máster en Fisioterapia Deportiva Real Madrid de la Universidad Europea.
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