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Medicina y Salud
Muchos de los trastornos mentales que sufren los adultos comienzan en la infancia o la adolescencia. Su identificación y diagnóstico precoz facilitan una intervención temprana que mejore el pronóstico y la calidad de vida. A nivel mundial, se estima que el 20 % de los niños sufre algún tipo de problema mental, entre ellos, los trastornos del neurodesarrollo son los más comunes, según la revista Anales de Pediatría. Dada la prevalencia de dicho tipo de trastornos, es imprescindible que los profesionales se formen con programas como el Máster en Neuropsicología Clínica.
“Los trastornos del neurodesarrollo son un grupo de afecciones con inicio en el periodo del desarrollo”, según el DSM-5, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales por el que se guían los psiquiatras y psicólogos en su práctica. Suelen aparecer de manera precoz, generalmente antes de que el niño comience la escuela primaria, y se caracterizan por un déficit en su evolución motora, cognitiva o del lenguaje que afecta el área personal, académica y/o social.
Las causas de los trastornos del neurodesarrollo son distintas. Algunos tienen un origen congénito debido a mutaciones genéticas o trastornos metabólicos, mientras que otros se deben a deficiencias nutricionales, infecciones de la madre durante el embarazo o consumo de ciertos medicamentos. En otros casos, la causa es perinatal, como las complicaciones en el parto, aunque también pueden deberse a factores postnatales, como traumatismos craneoencefálicos, exposición a tóxicos ambientales, infecciones como la meningitis o reacciones inmunológicas intensas.
Cabe aclarar que, dentro de los trastornos del neurodesarrollo, el DSM-5 también señala los trastornos del lenguaje, el habla y la comunicación. Esto comprende el trastorno fonológico, que afecta la comprensión del habla, el tartamudeo y el trastorno de la comunicación social, que se caracteriza por dificultades para adaptar la comunicación no verbal a las diferentes situaciones.
Además, contiene los trastornos motores como, por ejemplo, los problemas de coordinación, los movimientos estereotipados y los trastornos de tics motores o vocales, incluido el trastorno de la Tourette.
Por último, el DSM-5 también alude en esta categoría a los trastornos específicos del aprendizaje. Entre ellos, se encuentran: la dislexia (se refiere a la dificultad para reconocer palabras, lo que a su vez implica una lectura lenta y una comprensión escasa), la disgrafia (se caracteriza por problemas en la escritura de palabras) y la discalculia (afecta al aprendizaje de conocimientos matemáticos).
El tratamiento de los trastornos del neurodesarrollo suele variar según el tipo de trastorno, sus causas y los síntomas predominantes en cada caso. Aun así, puede dividirse en 2 tipos de terapias:
Este consiste en la toma de medicamentos que, por supuesto, deben ser recetados por un profesional médico.
Este comprende intervenciones conductuales, apoyo psicosocial y rehabilitación neuropsicológica, entre otras opciones. Con estas técnicas, se busca la estimulación de aquellas habilidades que la persona no ha desarrollado correctamente.
En los últimos años, las nuevas tecnologías también están aportando experiencias y posibilidades en lo referente al tratamiento de algunos trastornos del neurodesarrollo como, por ejemplo, a través de la computación cognitiva y la realidad virtual. Ambas se usan para recrear situaciones y procesos mentales parecidos a los del pensamiento humano con el objetivo de que la persona aprenda a gestionar y controlar aquellas situaciones que le resultan difíciles en su vida diaria.
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