El TLP o Trastorno Límite de la Personalidad es una afección mental que se puede identificar en, al menos, un 2% de la población española, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales.
Existe, además, una relación directa entre el TLP y la criminalidad, ya que las personas que cuentan con este diagnóstico pueden sentir el impulso de vulnerar las normas y cometer actos delictivos sin reflexión previa sobre sus consecuencias.
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El Trastorno de la Personalidad es una dolencia mental que se caracteriza por la incapacidad de control emocional y de acción de quienes la padecen.
Esta enfermedad expone a los pacientes a un estado psíquico inestable, que influye en numerosas esferas de sus vidas y que dificulta, especialmente, tanto su autopercepción positiva como en el control de sus impulsos.
Las personas que cuentan con un diagnóstico de TLP suelen presentar problemas a la hora de controlar sus impulsos y actúan, en su vida diaria, conforme a deseos que se generan de manera inmediata y no reflexiva en cualquier momento.
Esta situación provoca constantes cambios de ánimo en estos pacientes. Esto se traduce en dificultades a la hora de establecer y mantener relaciones sociales y familiares, y de cuidar la seguridad en sí mismos. Especialmente significativo es el constante miedo al abandono que a menudo presentan quienes se ven aquejados por esta condición psicológica.
El TLP suele identificarse en pacientes que han alcanzado la edad adulta temprana. Las causas de esta afección se desconocen, aunque la mayor parte de los estudios actuales apuntan, según la enciclopedia médica MedlinePlus, a “factores genéticos, familiares y sociales”.
Dentro de las situaciones contextuales que pueden actuar como activadores de la condición psicológica se encuentran las siguientes:
La literatura médica divide los diagnósticos de Trastorno Límite de la Personalidad en cuatro tipos distintos: el desanimado, el impulsivo, el petulante y el autodestructivo.
Los pacientes que experimentan esta tipología de TLP suelen angustiarse constantemente con la idea del abandono por parte de aquellos con los que establece contactos sociales y afectivos.
Esto los lleva a centrar todas sus decisiones en evitar ese posible aislamiento, a asumir cualquier posible culpa ante diferentes escenarios. Ocultan muy bien sus emociones y son muy perfeccionistas con el objetivo de obtener la aprobación externa permanente.
Los pacientes que presentan un TLP impulsivo son los que pueden presentar una actitud más extrema en cuanto a la toma de decisiones no reflexionadas. Suelen optar por acciones peligrosas y, en muchos casos, son los pacientes que se ven implicados en acciones ilegales que acaban en un proceso judicial.
El diagnóstico de TLP impulsivo está vinculado a comportamientos agresivos, dificultades para controlar el gasto o la dependencia a sustancias.
El TLP petulante supone un cambio constante de emociones basales en los pacientes. Quienes experimentan este tipo de trastorno límite pueden pasar de la tristeza al enfado o a la alegría de un momento a otro.
Este descontrol emocional se combina con una necesidad de control y dificultades a la hora de relacionarse. Por lo general, suelen tener tendencia a manipular a las personas con las que se relacionan para que estas se comporten con ellas conforme a sus deseos.
Las personas que son diagnosticadas con un TLP autodestructivo se autoperciben de manera muy negativa. Esto desemboca en comportamientos autolesivos, abuso de sustancias, intentos de suicidio e incluso la práctica de actividades de riesgo para poner al límite su propia resistencia física.
Los especialistas en psicología que tratan con este tipo de pacientes vinculan en TLP a los siguientes síntomas:
H2 - ¿Quién puede tratar el TLP?
Los psicólogos son los profesionales que habitualmente asumen el diagnóstico y tratamiento de las personas con TLP.
Para asegurar que una persona presenta esta afección, los profesionales de la salud mental realizan una evaluación basada en test y reuniones presenciales. Además, los psicólogos estudian los antecedentes personales del individuo y la gravedad de los síntomas que experimenta.
Por lo general, se suele recomendar un proceso de psicoterapia, que se puede combinar con terapia de grupo y, en ocasiones, está apoyado con medicamentos. La prescripción de fármacos suele estar vinculada a los episodios depresivos o las adicciones del paciente.
Los investigadores Laura González Guerrero y José Ignacio Robles Sánchez afirman que, en España, se puede encontrar “una alta presencia de delitos violentos atribuibles a sujetos con TLP, especialmente varones”. Para estos especialistas en Psicopatología Clínica, Legal y Forense, esta condición psicológica “produce una importante merma en la capacidad de voluntad” de los pacientes, lo que los lleva a participar en actividades ilícitas de muchos tipos.
Esta realidad desemboca en prácticas como lesiones, episodios de robo con violencia, tráfico de drogas, conducción temeraria e incluso casos de homicidio y asesinato cometidos por personas diagnosticadas con TLP.
El estudio del TLP y el acompañamiento a personas con este diagnóstico es clave para el control de los impulsos y la reintegración normalizada en el ámbito social. Los especialistas en psicología y psicología forense son esenciales en este proceso.
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