La terapia cognitivo-conductual (TCC) es un tipo de psicoterapia que relaciona los pensamientos, las emociones y los comportamientos de una persona. Esta terapia psicológica parte de la premisa de que los pensamientos distorsionados o negativos, en ocasiones, conllevan problemas emocionales y conductuales.
A través de diversas técnicas, los terapeutas trabajan con los pacientes para identificar y modificar patrones poco saludables o perjudiciales. Es un tratamiento muy eficaz en la mayoría de las problemáticas, y se enseña en todas las titulaciones de psicología. Puedes aprender sobre este tipo de terapia en el Grado en Psicología online, el Máster en Psicología General Sanitaria online (MPGS) o el Máster en Neuropsicología de la Universidad Europea.
La TCC tiene especial impacto en personas con problemas de salud mental. Se trata de una terapia estructurada, orientada a metas específicas y que suele ser más corta que otras psicoterapias. Se compone de las siguientes fases:
En esta fase inicial, el paciente comparte información detallada sobre sus problemas y circunstancias con el terapeuta. Se analizarán tanto las problemáticas actuales como las pasadas, además del estilo de vida del paciente, sus principales apoyos sociales, etc.
En esta fase se busca identificar las respuestas físicas, emocionales y conductuales a las situaciones problemáticas. Con alta probabilidad, el terapeuta pedirá al paciente que utilice los “autorregistros”; una herramienta que permite registrar pensamientos, emociones y conductas según suceden.
En esta etapa, el terapeuta ayuda a identificar pensamientos automáticos o distorsiones que contribuyen a los problemas emocionales o conductuales. Esto implica aprender a reconocer y cuestionar pensamientos irracionales o poco realistas.
En esta fase, terapeuta y paciente trabajan mediante diferentes técnicas para modificar las conductas del paciente, otorgándole nuevas habilidades de afrontamiento. Una técnica muy empleada es la reestructuración cognitiva. Esta implica cuestionar y reemplazar los pensamientos automáticos negativos por pensamientos más realistas y equilibrados. Para ello, el paciente aprende a examinar las evidencias, a buscar alternativas y a modificar su diálogo interno para que sea más constructivo.
La TCC es una herramienta beneficiosa para gestionar situaciones comunes como:
Además, combinada o no con otros tipos de terapia psicológica, la TCC ayuda a tratar los siguientes trastornos mentales:
La duración de los tratamientos de terapia cognitivo-conductual depende de varios aspectos. Su duración media es de entre 15 y 20 sesiones, aunque puede extenderse en función de factores como los siguientes:
Es imprescindible que la TCC sea gestionada por un psicólogo habilitado. Este profesional de la psicología tiene una formación teórica y práctica en la evaluación y el diagnóstico de problemas mentales. Por otro lado, cuenta con habilidades clínicas específicas y un enfoque ético sólido. Por último, es un experto al que se le presupone un conocimiento previo sobre cómo hacer una intervención psicológica.
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