Tradicionalmente el ámbito educativo se ha preocupado por que los estudiantes recibieran una formación basada en el conocimiento y los procedimientos, dejando en un segundo plano todo aquello que tuviera que ver con las actitudes, los valores éticos y las emociones.
De un tiempo a esta parte, la educación ha evolucionado y quiere que los estudiantes sean algo más que personas con una gran memoria y que actúen de forma autómata. Como alternativa a este aprendizaje memorístico, busca potenciar en ellos las llamadas habilidades blandas, las cuales actualmente se han convertido en imprescindibles para la vida cotidiana y el trabajo.
En el artículo de hoy te contamos qué son las habilidades blandas, cuáles son las más comunes en Educación y qué hacer para impulsarlas en el aula.
Las habilidades blandas o competencias no cognitivas (en inglés, se las conoce como soft skills) son aquellas características y aptitudes que contribuyen a la forma en la que un estudiante interactúa con la gente de su alrededor y se desenvuelve con el entorno, tanto a nivel escolar como personal.
A diferencia de las habilidades duras o competencias cognitivas que son atributos más centrados en la formación y la adquisición de conocimientos técnicos para alcanzar así el futuro éxito académico/laboral, las habilidades blandas son de carácter transversal y abarcan aspectos más diversos como, por ejemplo, son los interpersonales y sociales, al mismo tiempo que los profesionales.
En cualquier caso, habilidades blandas y duras se consideran complementarias y, por esta razón, es recomendable promover ambos tipos durante la etapa educativa (cuanto más temprana sea la edad, mejor) para que el desarrollo de un estudiante sea lo más completo posible.
Estas son algunas de las habilidades blandas más importantes en el área educativa tanto en cuanto para docentes como estudiantes:
Al igual que pasa con las duras, las competencias blandas también se pueden aprender y/o trabajar con las actividades adecuadas (y preferiblemente prácticas). Algunos ejemplos serían las asambleas temáticas, los juegos de simulación de situaciones o roles, los ejercicios de respiración y relajación o los proyectos que requieran el uso de TIC, entre otras.
Para ello, la innovación educativa y las metodologías activas resultan de gran ayuda, ya que, como hemos comentado otras veces, tratan de ofrecer un aprendizaje personalizado. El contenido del currículo escolar se adapta a las capacidades y necesidades de cada estudiante y se tienen en cuenta tanto su desarrollo cognitivo como el resto de sus características personales. En definitiva, se convierte en el protagonista de su propio aprendizaje.
Esto hace que el estudiante gane confianza en sí mismo, le motive aprender, se implique más y, por tanto, retenga lo aprendido por más tiempo y exista un mayor número de probabilidades de que pase a formar parte de su bagaje personal.
De seguido, encontrarás algunas actividades para desarrollar las habilidades blandas de tus estudiantes:
Conoce nuestro Curso en Inteligencia Emocional y el resto del catálogo de cursos de Educación de la Universidad Europea.