La Psicología es una ciencia en continua evolución que bebe de diferentes fuentes para enriquecer su bagaje teórico y diseñar nuevos enfoques terapéuticos que ayuden de manera más eficaz a las personas a lidiar con los problemas de salud mental. Por esa razón, en los años 1990 comenzaron a desarrollarse lo que hoy conocemos como terapias contextuales o de tercera generación.
Estos nuevos enfoques terapéuticos, que se abordan en nuestro Máster en Psicología General Sanitaria en Madrid, pretenden proporcionar herramientas prácticas a los pacientes para que puedan afrontar mejor los desafíos. Al analizar a la persona en su ambiente, estas terapias brindan una relevancia especial a los valores, sobre todo al compromiso y la compasión.
¿En qué consiste la terapia de la compasión?
La terapia centrada en la compasión (CFT, por sus siglas en inglés), es una modalidad terapéutica desarrollada por el psicólogo Paul Gilbert a inicios de los años 2000 basándose en los principios de la psicología evolutiva y del desarrollo, las Neurociencias, la psicología social, la terapia cognitivo-conductual y la filosofía budista. Se enfoca en enseñar a las personas a desarrollar la compasión y la autocompasión para ayudarlas a regular su estado de ánimo, promoviendo la autoaceptación y una sensación de seguridad y autoconfianza.
La terapia de la compasión postula la existencia de tres sistemas básicos que intervienen en la regulación emocional, de manera que trabaja en la percepción de las amenazas, los impulsos y la motivación, así como en las necesidades de autoprotección, satisfacción y seguridad. Su principal objetivo es equilibrar esos sistemas (amenaza, logro y satisfacción) para evitar los comportamientos o pensamientos desadaptativos que pueden conducir a la aparición de trastornos mentales.
Las fases por la que transcurre la terapia centrada en la compasión
El psicólogo Russell L. Kolts, pionero en el uso de la terapia basada en la compasión para tratar la ira, propuso un modelo basado en cuatro “capas” o fases del tratamiento:
- Relación terapéutica. En esta primera fase de la terapia compasiva el objetivo es crear un entorno seguro y acogedor donde la persona se sienta a gusto para que pueda entablar una relación con el terapeuta que facilite el posterior curso del tratamiento.
- Comprensión compasiva. En esta etapa, el terapeuta comienza a ayudar a los clientes a ver sus emociones y sentimientos, así como los principales eventos de su vida, a través del prisma de la compasión. En práctica, lo ayuda a deshacerse de la culpa y la ira que puede experimentar hacia sí mismo o los demás.
- Mindfulness. En esta tercera fase, el terapeuta trabaja con el cliente para que desarrolle una atención plena, de manera que logre relacionarse con sus emociones, pensamientos o sucesos sin juzgarlos. Lo ayuda a ver la experiencia desde diferentes puntos de vista (físico, emocional y cognitivo), para que pueda comprenderla mejor y, en última instancia, aceptarla.
- Prácticas de compasión. En esta última etapa, se anima al cliente a cambiar su voz crítica y recriminatoria por un diálogo interior más amable y compasivo. Se recomiendan ejercicios o actividades de apreciación que ayuden a la persona a enfocarse en aquello que realmente disfruta. El terapeuta también le enseña a tratarse de manera más respetuosa y amable, de manera que pueda hacer acopio de valor para afrontar las situaciones que lo intimidan.
¿Qué problemas se pueden tratar con la terapia basada en la compasión?
La terapia centrada en la compasión es eficaz para abordar una amplia gama de problemáticas emocionales. De hecho, se ha utilizado con éxito para tratar desde los trastornos de ansiedad hasta los trastornos del estado de ánimo. También se utiliza en el tratamiento de los trastornos de la personalidad, los problemas de la conducta alimentaria, el trastorno de acumulación e incluso algunas psicosis.
Básicamente, el terapeuta aborda los patrones de vergüenza y autocrítica que están en la base de dichos trastornos o los alimentan, y que muchas veces se deben a experiencias de abuso o negligencia emocional sufridas durante los primeros años de vida. El objetivo final de esta intervención psicológica es lograr que la persona se aleje de esa forma de percibir el mundo centrada en las amenazas para que pueda desarrollar una perspectiva más amable, sabia y confiada, la cual se reflejará en la relación consigo mismo y con los demás.