
El biogás se ha convertido en una pieza clave dentro de la transición hacia modelos energéticos más limpios y eficientes. Se considera una fuente de energía verde, ya que se genera a partir de residuos orgánicos, reduce la dependencia de combustibles fósiles y promueve la sostenibilidad ambiental.
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En este artículo descubrirás qué es el biogás, cómo se produce y cuáles son sus principales aplicaciones.
El biogás es un tipo de gas renovable que se genera a través de la descomposición de materia orgánica en condiciones anaeróbicas, es decir, en ausencia de oxígeno. Este proceso biológico genera un gas compuesto principalmente por metano (entre un 50 % y un 70 %) y dióxido de carbono, junto con pequeñas proporciones de otros gases como nitrógeno, hidrógeno y sulfuro de hidrógeno. Aunque su composición exacta puede variar según los materiales utilizados, el componente más valioso es el metano, ya que es el que tiene poder calorífico y puede emplearse como fuente de energía.
A diferencia de otros recursos naturales como los combustibles fósiles, que requieren millones de años para formarse y cuya extracción tiene un fuerte impacto ambiental, el biogás se genera de forma mucho más rápida y sostenible. Su producción parte de residuos orgánicos que ya existen y que, de otro modo, podrían convertirse en fuentes de contaminación. Esto convierte al biogás en una herramienta estratégica dentro de los modelos de economía circular, en los que los desechos se transforman en recursos.
El valor del biogás no solo radica en su capacidad energética, sino también en su contribución a la sostenibilidad ambiental. Al capturar y aprovechar el metano que se libera durante la descomposición de residuos, se evita que este gas (cuyo potencial de calentamiento global es hasta 25 veces mayor que el del dióxido de carbono) se libere directamente a la atmósfera. Por ello, el uso del biogás ayuda a reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero.
El proceso de obtención del biogás se conoce como digestión anaerobia. Esta se da cuando microorganismos descomponen la materia orgánica en un ambiente sin oxígeno, produciendo metano como principal subproducto energético.
En la generación de biogás se utiliza lo que se conoce como biomasa, es decir, materia orgánica que puede ser utilizada para producir energía. Los tipos más importantes utilizados en este proceso son:
La digestión anaerobia consta de varias fases:
Este proceso puede llevarse a cabo tanto a pequeña escala, en instalaciones autónomas rurales, como a gran escala, en plantas industriales especializadas.
Entre los distintos tipos de energías renovables, el biogás destaca por su versatilidad y sus aplicaciones en todo tipo de sectores. Algunas de las principales son los siguientes:
Uno de los usos más comunes del biogás es la producción de electricidad y calor mediante cogeneración. En este sistema, el biogás alimenta un motor o una turbina que genera energía eléctrica, y el calor residual se emplea para calefacción o procesos industriales.
El biogás puede refinarse para transformarlo en biometano, un gas con características similares al gas natural. Este biometano puede utilizarse como carburante en vehículos adaptados, reduciendo así la huella de carbono del transporte.
El biometano también puede ser inyectado directamente en la red de distribución de gas natural, sustituyendo parcial o totalmente al gas fósil convencional. Se considera una energía verde, ya que supone un gran avance hacia la descarbonización del sistema energético.
Además del gas, la digestión anaerobia produce un subproducto llamado digestato, rico en nutrientes. Este puede utilizarse como fertilizante natural en campos de cultivo, cerrando así el ciclo de los nutrientes y reduciendo la necesidad de productos químicos.
Las plantas de biogás son instalaciones diseñadas para producir esta fuente energética de forma controlada y eficiente. Pueden ser de diversos tamaños, desde pequeñas unidades rurales hasta complejos industriales avanzados, pero todas tienen los siguientes elementos:
El proceso comienza con la recolección de residuos orgánicos que se introducen en el digestor. Allí permanecen varias semanas mientras los microorganismos actúan. El gas producido se canaliza y almacena para su uso posterior, mientras que el digestato se retira para su uso agrícola o para someterse a un tratamiento adicional.
La producción y uso del biogás encajan perfectamente en el contexto de la transición energética global. Es una herramienta valiosa para alcanzar los objetivos de descarbonización, sobre todo en sectores difíciles de electrificar como el transporte o la industria pesada. Además, permite gestionar de forma eficiente los residuos, disminuyendo su impacto ambiental y promoviendo un modelo de economía circular.
El biogás y otras energías limpias han experimentado grandes avances, y el sector sigue creciendo a medida que progresamos hacia la transición energética. Este desarrollo ha creado la necesidad de contar con especialistas que dominen los procesos de generación, distribución y comercialización de las nuevas fuentes de energía. Para cubrir esta demanda, la Universidad Europea ha diseñado programas como el Máster en Energías Renovables o el Máster en Transición Energética en Madrid que, gracias a alianzas estratégicas con actores clave del sector, aceleran la incorporación laboral de los titulados.
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