La microbiota, el conjunto de microorganismos que habitan en nuestro organismo y especialmente en nuestro sistema digestivo, desempeña un papel fundamental en nuestra salud. Se trata de un ecosistema compuesto principalmente por bacterias, pero que también incluye hongos, virus y otros microorganismos.
La microbiota intestinal cumple funciones esenciales como la fermentación de nutrientes no digeribles, la producción de vitaminas (K y algunas del grupo B) y la modulación del sistema inmunitario. Además, su equilibrio es crucial para evitar la proliferación de microorganismos patógenos que pueden causar enfermedades.
Dado el impacto significativo de la microbiota en la salud, existe una demanda creciente de especialistas en este campo. El Máster en Microbiota Humana de la Universidad Europea ofrece una formación integral para quienes quieran profundizar en el estudio de la microbiota y su relación con la salud.
Este programa abarca desde los aspectos básicos de la microbiota hasta la aplicación clínica de tratamientos basados en probióticos y prebióticos.
La alimentación es uno de los factores más determinantes en la composición y funcionalidad de la microbiota intestinal. Se ha demostrado que una dieta rica en alimentos ultraprocesados, azúcares refinados y grasas saturadas favorece el desarrollo de bacterias nocivas, lo que puede llevar a un desequilibrio de la microbiota que afecte negativamente a nuestra salud.
Por el contrario, una dieta rica en fibra, alimentos fermentados y grasas saludables promueve la diversidad y el crecimiento de bacterias beneficiosas.
La dieta mediterránea, que favorece la ingesta de frutas, verduras, legumbres, pescado y aceite de oliva, es un claro ejemplo de cómo una alimentación equilibrada puede favorecer una microbiota diversa y saludable. En cambio, el patrón dietético occidental, caracterizado por un alto consumo de carnes rojas, azúcares añadidos y productos refinados, está asociado con una disminución de la diversidad microbiana y un aumento de marcadores inflamatorios en el organismo.
Existen varios grupos de alimentos que pueden contribuir a mejorar el equilibrio de la microbiota. Contienen lo que denominamos prebióticos, sustancias que no se digieren en el intestino delgado y que sirven como alimento para las bacterias beneficiosas que residen en el colon y, por tanto, ayudan a mantener un equilibrio saludable de la microbiota. Las tres fuentes de organismos prebióticos más importantes son las siguientes:
La fibra no solo ayuda a regular el tránsito intestinal, sino que también sirve como sustrato para la fermentación bacteriana en la que se producen ácidos grasos de cadena corta que tienen efectos antiinflamatorios y protectores en el colon.
Entre los alimentos ricos en fibra dietética encontramos las legumbres y cereales integrales; el ajo y la cebolla; verduras como las espinacas, el brócoli y las alcachofas, y frutas como las manzanas, peras y cítricos.
Los polifenoles son compuestos con propiedades antioxidantes que se encuentran en muchos alimentos de origen vegetal. No solo combaten el estrés oxidativo, sino que también promueven el crecimiento de bacterias beneficiosas en el intestino.
Los alimentos ricos en polifenoles más comunes son el té verde, el cacao y las bayas.
Estos ácidos grasos esenciales tienen propiedades antiinflamatorias y están asociados con la prevención de enfermedades intestinales y cardiovasculares. Contribuyen a la proliferación de organismos beneficiosos que acidifican el pH del colon y evitan el crecimiento de bacterias perjudiciales.
Los pescados grasos como el salmón, las sardinas o la caballa, así como las semillas de chía y lino, son una fuente importante de ácidos grasos Omega-3.
Una dieta rica en alimentos prebióticos mejorará el equilibrio de la microbiota, pero es recomendable acompañarla de otros hábitos de alimentación saludables:
En las dos últimas décadas, ha aumentado el interés científico y popular por conocer qué es la microbiota y su impacto en procesos fisiológicos tan diversos como la digestión, el metabolismo, la inmunidad y la salud mental. Los especialistas en esta disciplina están cada vez más demandados en distintas áreas de la salud y la nutrición.
En el ámbito clínico, estos profesionales colaboran con médicos y nutricionistas para diseñar planes personalizados basados en el perfil microbiano del paciente.
Estos planes son una herramienta importante para el tratamiento de enfermedades como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal, la obesidad y algunas enfermedades autoinmunes.
Con la creciente demanda de alimentos para mejorar la microbiota, las empresas del sector buscan la colaboración de especialistas que participen en el desarrollo de alimentos funcionales destinados a mejorar la salud intestinal y general.
También trabajan en la formulación de medicamentos y terapias biológicas que modulan la microbiota para tratar enfermedades específicas.
El estudio de la microbiota abre las puertas a nuevas vías de investigación con múltiples aplicaciones. Los especialistas en este campo trabajan para identificar nuevas bacterias beneficiosas, entender cómo interactúan con el organismo y descubrir cómo modular esta comunidad microbiana mediante intervenciones dietéticas o terapéuticas. Además, su trabajo es clave para desarrollar nuevos tratamientos y probióticos dirigidos a mejorar la salud.
En conclusión, aunque estamos todavía lejos de comprender las complejas interacciones entre los microorganismos que habitan nuestro cuerpo y la salud, sí que sabemos que hay ciertos alimentos que mejoran la microbiota.
Las dietas ricas en fibra vegetal, polifenoles y ácidos grasos poliinsaturados, en especial de tipo Omega-3, han demostrado su eficacia para favorecer el equilibrio de la microbiota, y los especialistas en este campo desempeñan un papel clave para desarrollar nuevas investigaciones e incorporar esta disciplina a la práctica clínica.