El Aprendizaje Integrado de Contenidos y Lenguas Extranjeras (AICLE), conocido en inglés como Content and Language Integrated Learning (CLIL), es un término docente que cada vez se utiliza más para referirse a una situación de inmersión lingüística en las aulas.
Este consiste en utilizar una lengua adicional (segunda o extranjera) para la enseñanza y el aprendizaje de materias comunes que no tengan que ver con el ámbito lingüístico. Si bien puede aplicarse a cualquier asignatura, las más recurrentes suelen ser Historia, Ciencias Naturales, Educación Física, Educación Plástica o Música.
AICLE es una educación que persigue un doble objetivo: conseguir que los alumnos desarrollen competencias lingüísticas, al mismo tiempo que aprenden una materia en una lengua que no es la que usan normalmente.
Lengua y contenido se aprenden de forma integrada. Y, al finalizar la unidad didáctica, se evalúa el progreso del alumno tanto en lo que a objetivos lingüísticos se trata como a aquellos relacionados con el contenido curricular.
Algunos de los puntos que viene a reforzar la metodología AICLE/CLIL en los estudiantes son:
No se trata de enseñar un idioma usando el método tradicional de gramática y traducción de textos, sino hacerlo de una manera más natural y flexible a través de su uso. Esto es, el “saber hacer” gana peso frente al “conocer”.
A la hora de aplicar AICLE en la enseñanza bilingüe, se suele recurrir a la Metodología AICLE y Educación Bilingüe (aprendizaje basado en problemas (ABP), aprendizaje colaborativo, gamificación, etc.) favoreciendo así que el alumno se relacione con sus compañeros y adquiera fluidez en la expresión oral en la nueva lengua. En definitiva, se vuelve una persona más interactiva y autónoma.
Para llevar a cabo estas actividades, lo normal es apoyarse en el uso de materiales textuales y audiovisuales, y de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC).
Para llevar a cabo la metodología AICLE, el equipo docente necesita tener cierto bagaje lingüístico y pedagógico.
Por un lado, es recomendable que el profesor comparta lengua vehicular con sus alumnos, además de dominar y saber relacionarse con ellos mediante la que es objeto de aprendizaje. De este modo, le resultará más sencillo la docencia, cambiar de una a otra en caso de ser necesario y detectar las posibles transferencias lingüísticas entre ambas.
Por el otro lado, el docente necesita saber cómo aunar la enseñanza de la lengua nueva con el contenido curricular y, por supuesto, estar al día en el uso de las herramientas que necesitará para impartir las clases y evaluar a los estudiantes.
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