El prolapso uterino es una condición que afecta a muchas mujeres. Esta “epidemia silenciosa” puede presentarse en diferentes etapas de la vida de la mujer y provocar una pérdida de su confort y bienestar que solo podrá abordarse mediante medidas para su tratamiento y prevención.
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El prolapso uterino ocurre cuando el útero se desplaza hacia abajo debido al debilitamiento de las estructuras de la pelvis. Numerosos estudios en medicina han demostrado que, si bien esta dolencia puede afectar a mujeres de cualquier edad, resulta más común en aquellas que han tenido partos vaginales o están pasando la menopausia.
Cuando los músculos y ligamentos del suelo pélvico se debilitan, el útero puede descender más allá de su posición habitual. Los factores de riesgo más comunes asociados con esta condición son los siguientes:
Las mujeres que experimentan un prolapso uterino pueden padecer una serie de síntomas que, a menudo, se pueden confundir con otras afecciones. Entre los síntomas más comunes de prolapso uterino podemos encontrar:
En función del grado de severidad y de la edad y los síntomas de la paciente, existen diferentes tratamientos para fortalecer los músculos del suelo pélvico. El propósito de estos tratamientos es la reducción o incluso la cura del prolapso uterino. En los casos más leves, puede recurrirse a un tratamiento farmacológico con antiinflamatorios para aliviar los síntomas junto a estrógenos que ayuden a tonificar la musculatura pélvica.
Junto a la ingesta de fármacos, el tratamiento más recomendado por los profesionales es la fisioterapia, esencial para fortalecer los músculos de la zona pélvica y recuperar un tono adecuado.
Algunos de los ejercicios de fisioterapia más comunes para quienes padecen prolapso uterino incluyen:
En casos graves, el tratamiento más recomendado es la intervención quirúrgica para corregir el prolapso.
Para disminuir la probabilidad de desarrollar un prolapso uterino, es importante tomar ciertas precauciones. Entre ellas se incluyen:
En conclusión, el prolapso uterino es una afección que puede afectar a muchas mujeres, por eso resulta esencial estar atento a posibles síntomas y buscar ayuda profesional cuando se crea necesario. Entre estos tratamientos destaca la fisioterapia. Esta técnica puede resultar fundamental no solo a la hora de curar la afección, sino como método de prevención para fortalecer los músculos del suelo pélvico y evitar posibles prolapsos.
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