La ética profesional es un conjunto de actitudes y valores que ayudan a los profesionales a desarrollar su actividad con integridad. Se refieren tanto a las prácticas laborales en sí como a las relaciones con los compañeros y los usuarios o clientes.
Todas estas prácticas quedan recogidas en la deontología profesional, un conjunto de deberes y responsabilidades muchas veces elaborado por asociaciones o colegios profesionales. En el ámbito sanitario español, el Consejo Oficial de Enfermería (CGE) y la Organización Médica Colegial (OMC) desarrollan sus propios códigos de ética profesional.
Aunque se trata de un sistema autorregulatorio en gran medida, los médicos y enfermeras deben estar atentos a no cometer errores deontológicos que pongan en peligro el bienestar de los pacientes. Las titulaciones con un plan de estudios actualizado, como el Grado en Enfermería en Alicante de la Universidad Europea, dedican una parte del programa a enseñar estas pautas profesionales básicas. Estos mismos contenidos se pueden encontrar también en el Grado en Enfermería en Valencia de la Universidad Europea o su equivalente en Madrid.
Uno de los primeros códigos de conducta para profesionales sanitarios que se conocen es el juramento hipocrático que, en una versión modernizada, los médicos se comprometen a respetar incluso hoy en día. Sin embargo, como hemos visto, son las instituciones colegiales las que elaboran las pautas de conducta profesional para los distintos profesionales sanitarios. Todas ellas se basan en unos principios comunes de respeto e integridad en las intervenciones y relaciones con los pacientes.
Es el principio más antiguo de la medicina, que consiste, como indica su nombre, en evitar hacer daño. Se refiere tanto a los daños físicos como a los psicológicos que puedan ser debidos a conductas imprudentes o negligentes.
Además de no hacer daño, la ética profesional dicta que los profesionales de la salud actúen siempre en beneficio de sus pacientes. Es decir, que velen por sus intereses y hagan lo que esté en sus manos para procurar su bienestar, tanto en el sentido físico como en el mental o social.
Los pacientes tienen derecho a tomar sus propias decisiones respecto a su salud. La labor de los profesionales sanitarios es ofrecerles información y asesoramiento para que sean capaces de ejercer el control sobre sus tratamientos terapéuticos.
Todos los pacientes, independientemente de sus condiciones y acciones, tienen derecho a la asistencia sanitaria y a ser atendidos con respeto y humanidad. La ética profesional exige que todos sean tratados por igual.
La confidencialidad es la base de la confianza en las relaciones con los pacientes. Los profesionales sanitarios no deben revelar información personal excepto a petición de las autoridades competentes en los casos y condiciones previstos por la legislación.
Los fundamentos de la ética profesional en el sector sanitario no solo tienen en cuenta el buen cuidado del paciente, sino también la integridad y honestidad en las relaciones laborales. En este sentido, hay tres valores imprescindibles para una práctica ética y responsable:
Los principios de la ética profesional ayudan a los profesionales de la salud a desarrollar su trabajo siguiendo unas normas deontológicas comunes y aprobadas. Estas son las que sustentan valores como el respeto, la amabilidad, la paciencia, la comprensión, la confianza, la empatía, la veracidad o la tolerancia. Los beneficios más significativos de mantener una conducta ética profesional son los siguientes:
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