La Torre Eiffel se inauguró en 1899, con motivo de la Exposición Universal de París. Se esperaba que estuviese en pie durante un máximo de 20 años, pero hoy en día sigue siendo uno de los monumentos más visitados del mundo. Su creación es uno de los ejemplos más claros de arquitectura efímera de finales del siglo XIX. Por tanto, no solo es un emblema de la “Ciudad de la Luz”, sino también de este estilo de construcción. Y está presente, como otras grandes obras pasajeras, en las aulas de todo Máster en Arquitectura o Máster en Arquitectura Aplicada que se precie.
A continuación, te explicamos en qué principios se basa esta técnica arquitectónica y qué herencia histórica ha dejado.
La mayor parte de estas construcciones tienen el fin de durar un periodo de tiempo limitado y, en muchos casos, ya predefinido antes del fin de su edificación. Además, no todas ellas tienen por qué estar pensadas para exhibirse únicamente en el exterior. Nuevas iniciativas educativas, como la aparición del Doble Grado de Arquitectura y Diseño de Interiores, demuestran que su interés constructivo ha trascendido más allá de lo externo y que estas obras pueden también desarrollarse bajo techo.
El paso del tiempo ha permitido que los trabajos de arquitectura efímera vayan evolucionando, sin dejar de lado una serie de principios básicos que se mantienen época tras época:
El desarrollo de nuevas técnicas y la aparición de nuevos materiales ha potenciado y ampliado el número de aplicaciones de la arquitectura efímera. Originalmente, esta se guiaba por fines religiosos, políticos, militares o de ocio y, en definitiva, tenía un fin conmemorativo y de celebración.
Actualmente, también puede estar destinada a la creación de viviendas y establecimientos comerciales nómadas, o a la construcción de urgencia para dar respuesta rápida a cualquier necesidad espontánea que pueda surgir (por ejemplo, en situaciones de crisis humanitaria). En ciertos casos, también se construyen obras obsolescentes, con la intención de que se puedan desmontar fácilmente y sus distintos componentes se puedan reutilizar de forma sencilla en otras construcciones.
A lo largo de los años, diversas circunstancias e hitos históricos han quedado inmortalizados con obras efímeras. Destacamos a continuación distintos ejemplos que se han repetido en múltiples zonas geográficas:
La reciente construcción de hospitales de campaña en China y España en pocos días, ante la necesidad que entrañaba la pandemia de Covid-19, demuestra que la arquitectura efímera afronta un presente y un futuro cada vez más exigente.
A partir de ahora, esta disciplina arquitectónica necesitará ser más efectiva que efectista y buscar más soluciones a necesidades vitales, cuando tiempo atrás estaba más destinada a pensar en ofrecer alternativas de ocio y tiempo libre.
Se abre un abanico de oportunidades para todo aspirante a la arquitectura que busque la puesta en valor de lo efímero, por lo que, si te interesa dedicarte a este campo, no dudes en consultar la oferta académica que la Universidad Europea pone a tu disposición.