La creciente amenaza del delito financiero representa uno de los desafíos más significativos para las instituciones financieras. Independientemente de su tamaño, todas estas entidades están experimentando una mayor vulnerabilidad ante riesgos de índole económica, reputacional y de cumplimiento, derivados de actividades delictivas tanto dentro como fuera de la organización.
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Las conductas delictivas vinculadas a entidades y mercados financieros como bancos, empresas de tecnología financiera y prestamistas, se agrupan bajo el término general de fraudes económicos o financieros.
Generalmente se considera que los delitos financieros pueden englobar las siguientes actividades delictivas:
El fraude abarca prácticas ilegales como el robo, la corrupción, la malversación, el blanqueo de dinero, el soborno, el uso de información privilegiada y la extorsión. Quienes participan en estas acciones son considerados delincuentes, ya que emplean el engaño para obtener beneficios personales de manera deshonesta y causando pérdidas a otros.
Cuando los delincuentes obtienen dinero de actividades ilegales, necesitan esconderlo. El lavado de dinero implica ocultar las ganancias de crímenes financieros, generalmente usando servicios bancarios y empresariales. Estos criminales trasladan sus fondos ilícitos a través del sistema financiero de un país, como canales bancarios, para respaldar a otros delincuentes en diferentes lugares.
La financiación del terrorismo implica suministrar recursos a individuos y grupos con el fin de llevar a cabo actos terroristas. Este tipo de financiación guarda similitudes con el blanqueo de capitales, ya que con frecuencia implica que los delincuentes oculten la transferencia de fondos dentro del sistema financiero legítimo.
El soborno supone proporcionar, prometer, entregar, aceptar o solicitar una ventaja como estímulo para llevar a cabo una acción que es ilegal, poco ética o representa un abuso de confianza. La corrupción, por su parte, implica el mal uso del poder confiado en beneficio personal.
Utilizar información privilegiada o no pública puede afectar significativamente las decisiones de inversión, algo que resulta ilegal y está sujeta a sanciones como multas.
La ciberdelincuencia es un delito que implica el uso de un ordenador y su red, ya sea como herramienta u objetivo. Puede causar daños a la seguridad y salud financiera al interferir o divulgar información, legal o ilegalmente.
La lucha contra el delito financiero puede ser complicada debido a diversos factores, entre los que se encuentran:
Las entidades dedicadas a prevenir riesgos e incidentes de delitos financieros implementan diversas estrategias y técnicas relacionadas con la educación financiera que abarcan, entre otras:
En conclusión, la creciente amenaza del financial crime plantea uno de los mayores desafíos para las instituciones financieras hoy en día. La complejidad se intensifica debido a factores como la globalización económica, la sofisticación de tácticas delictivas y la transformación hacia pagos digitales. Frente a estos desafíos, las entidades necesitan comenzar a implementar estrategias esenciales para mitigar el riesgo y garantizar la total integridad de su sistema financiero.