Cada vez hay más consumidores que eligen una marca en función de lo ecológicos, sostenibles y éticos que sean sus productos o servicios, objetivos y políticas empresariales. Compañías y organizaciones se han dado cuenta de este aumento de la conciencia ambiental de la sociedad y han buscado maneras de unirse a este movimiento verde, ya sea adaptándose o simulando que lo hacen.
A través de acciones “presuntamente” respetuosas con el medioambiente, pero que realmente no lo son, las empresas tratan de hacer un lavado verde (de cara o imagen). Otra forma de hacerlo es ensalzar ciertas iniciativas, mientras se encubren otras prácticas menos (o nada) sostenibles. En cualquiera de los casos, esto recibe el nombre del greenwashing, ecoblanqueo, ecolavado o lavado ecológico.
En el artículo de hoy te contamos qué es el greenwashing, por qué se utiliza, cómo detectarlo y qué formas existen de combatirlo profesionalmente.
Greenwashing: qué es y quién lo practica
El Reglamento (UE) 2020/852 del Parlamento Europeo define el greenwashing como “la práctica de obtener una ventaja competitiva desleal comercializando un producto financiero como respetuoso con el medio ambiente cuando, en realidad, no cumple los requisitos medioambientales básicos”.
En los últimos años, a ella han recurrido empresas privadas conocidas internacionalmente y de todos los sectores: alimentación, automoción, energía, finanzas, moda, transporte, turismo, etc. Pero, igualmente, lo han hecho instituciones y compañías públicas, así como organizaciones no gubernamentales y fundaciones.
¿Por qué se utiliza?
Una de las razones por las que las organizaciones se apoyan en el uso del greenwashing es mejorar la identidad corporativa y eliminar críticas de malas prácticas ambientales si las hubiera.
Otra motivación que hay es no perder usuarios y, a ser posible, atraer la atención de los de la competencia. Se realizan acciones o comunicaciones y se lanzan productos o servicios con el único propósito de conectar con el consumidor de hoy en día, preocupado por la situación del planeta e interesado por las iniciativas ecológicas y éticas. Todo es una excusa o pantomima para llegar hasta él.
Y, en última instancia, este “compromiso” con las nuevas tendencias de consumo verdaderamente se emplea para contribuir al incremento de las ventas y, por consiguiente, de los ingresos.
¿Cómo hacen greenwashing las empresas?
Ya estás al tanto de qué es el greenwashing, ahora toca saber distinguirlo. Cuando las empresas e instituciones llevan a cabo este ecoblanqueo, echan mano de la publicidad y el marketing para asociar su marca a valores sostenibles y éticos, parecer comprometidos con estos principios a ojos de los usuarios. No obstante, lo que realmente están haciendo es transmitir un mensaje engañoso de lo que son y una visión distorsionada de la realidad.
Algunas de las estrategias y técnicas por las que apuestan las empresas que hacen greenwashing son:
- Recurrir a términos como “bio”, “eco”, “100 % natural”, “verde” o similares para los eslóganes de las campañas publicitarias y el etiquetado.
- Usar un lenguaje ambiguo o confuso para hacer referencia a beneficios ambientales. Servirse de palabras o frases que difícilmente el ciudadano de a pie vaya a entender, solo un experto en la materia podría hacerlo.
- Recurrir a afirmaciones que aparentemente suenan bien, pero cuyo significado ecológico resulta cuestionable.
- Emplear imágenes sugerentes o positivas desde un punto de vista medioambiental.
- “Teñir” de verde el packaging.
- Utilizar etiquetas falsas que simulan una certificación ecológica. De este modo, se le hace creer al usuario que la marca ha superado algún proceso de certificación y cuenta con el respaldo de alguna institución u organismo oficial ajenos a la empresa.
- Publicar informes basados en datos totalmente inventados (o difíciles de verificar) sobre la responsabilidad social de la empresa y las acciones que está realizando para favorecer el cuidado del medio ambiente.
¡Actúa frente al greenwashing!
Ante esta situación son muchos los científicos y organizaciones ecologistas que instan a las empresas privadas e instituciones públicas a que dejen de mentir a los usuarios con campañas publicitarias exageradas y de “maquillar” sus acciones con políticas ecologistas insuficientes. O peor, que están lejos de cumplir con lo estipulado en las legislaciones internacionales y nacionales que hay vigentes en materia medioambiental o ignoran por completo los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Agenda 2030).
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