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Las redes sociales son parte de nuestro día a día. Las utilizamos para planificar nuestros viajes, ver series y películas, informarnos de lo que ocurre en el mundo, mantenernos en contacto con nuestros amigos y familiares… Las posibilidades son infinitas, y entre ellas, está su aplicación en el mundo educativo.
Colegios, institutos y universidades van incorporándolas gradualmente, en forma de herramientas que ayuden a los docentes y también como forma para poder crear entornos de trabajo más colaborativos y flexibles que los empleados en metodologías más tradicionales.
En un entorno cada vez más digitalizado, conviene analizar qué beneficios y desventajas nos aportan estas nuevas herramientas para poder potenciar lo positivo y minimizar el impacto negativo cuando las apliquemos en el ámbito educativo.
Al ofrecer las redes una enorme cantidad de datos, los alumnos pueden ampliar los conceptos vistos en clase con información adicional. La curiosidad por ampliar conocimientos y aprender por parte de los alumnos se beneficia del tamaño y profundidad del contenido en las redes sociales.
Uno de los hándicaps que tenía la educación tradicional es que la interacción entre los alumnos presentaba ciertos límites; el aula, llamadas telefónicas, mensajes… Hoy en día, la democratización de internet y las redes sociales ha permitido que entre los alumnos la posibilidad de relación y comunicación sea prácticamente ilimitada.
Relacionado con el punto anterior, la mejor y mayor facilidad a la hora de comunicarse fomenta el compañerismo, el trabajo grupal y la colaboración en detrimento de comportamientos más individualistas.
Creación de foros de debate online, mayor acceso a la información, facilidad a la hora de detectar y atender necesidades de alumnos, educación más amena e interactiva…
El uso de redes sociales se ha convertido en el asistente perfecto para que los docentes puedan implantar una educación lo más personalizada, inclusiva y eficaz posible.
El Curso TIC para docentes es un pilar fundamental en la educación actual y futura. La evolución de herramientas y metodologías docentes, como por ejemplo el concepto de clase invertida, no sería posible sin la implementación de las redes sociales en la educación.
Las redes sociales llevan un concepto implícito a la hora de utilizarlas: interacción. Los alumnos, utilizando estas herramientas, pueden mejorar capacidades cognitivas como por ejemplo su capacidad de análisis, razonamiento o la toma de decisiones, entre otras.
La generación Z es también conocida como la generación nativa digital, es decir, son la primera generación en la historia que ha crecido y se ha educado desde la infancia con herramientas y procesos digitales.
A pesar de los múltiples beneficios que aportan las redes sociales a los estudiantes y a la educación en general, también cuentan con una serie de desventajas;
El anonimato y la falta de control paterno puede provocar situaciones de acoso y abuso en la red. Para evitar este tipo de delitos, es necesario ejercer un seguimiento exhaustivo, tanto por parte de los profesores como de los padres, del uso que se les da a estas herramientas por parte de los alumnos.
La facilidad y velocidad de acceso a la información cuentan también con una lectura negativa: pueden provocar que los alumnos conviertan en un hábito el conseguir las cosas inmediatamente, lo que puede provocar sentimientos de frustración o falta de interés cuando esta sensación de inmediatez no se traslada a otros ámbitos de la vida.
Las redes sociales han de entenderse como un complemento a la educación. Es vital que los alumnos tengan claro los límites entre el uso de las redes sociales como herramienta formativa y como parte de su tiempo de ocio.
A pesar de todos los avances que se han realizado en la digitalización y redes sociales, el contacto humano sigue siendo un elemento fundamental a la hora de relacionarnos y desarrollarnos como personas. Por tanto, es necesario encontrar el equilibrio entre el contacto personal y el digital para obtener la mejor experiencia posible.
Cada vez es menor el porcentaje de personas sin acceso a interne. A pesar de que la gran mayoría de españoles disponen de acceso a la web, el hecho de que el porcentaje no sea del 100% implica que sigue habiendo limitaciones a la hora de disfrutar de los avances digitales en el conjunto total de nuestra sociedad.