Uno de los objetivos de las empresas o comunidades de vecinos es reducir el consumo energético real. Es así por un doble motivo: el económico y, especialmente, la apuesta por la sostenibilidad ambiental.
La auditoría energética se convierte en una tarea indispensable para lograr este propósito. Los estudiantes del Máster en Transición Energética en Madrid o su modalidad online de la Universidad Europea adquieren conocimientos y habilidades para desarrollar el rol de auditor energético, de este modo pueden ayudar a las compañías y a los ciudadanos en este proceso. Gracias a un trabajo colaborativo entre estos profesionales y los clientes, se logra hacer una gestión energética óptima. El respeto al medio ambiente pasa, necesariamente, por este proceso de vital importancia en las compañías.
La auditoría energética es un análisis de procesos, hábitos y maquinarias relacionadas con el gasto de luz, agua, combustible y otros recursos.
Las principales herramientas de este procedimiento son la observación y el estudio. A través de ambas vías combinadas se pueden identificar problemas en el día a día y proponer soluciones. De este modo, las empresas o ciudadanos tendrán una guía para adaptarse al uso de la energía verde. Y contribuir así a la mejora del entorno inmediato y del contexto global.
El proceso de la auditoría es sencillo: el cliente solicita la colaboración del analista capacitado. Este se acerca a la sede o sedes de las empresas y realiza sus evaluaciones por diversos métodos preestablecidos.
Por último, emite un informe en el que se ofrece un detallado análisis sobre el uso energético. En caso de que este no sea del todo óptimo, el auditor plantea algunas soluciones. También es habitual proponer un plan de implantación para el cambio paulatino.
El principal objetivo de las evaluaciones energéticas de las empresas es que la dirección de la compañía obtenga información. Esta estará centrada en la situación de la propia marca en cuanto al uso de energía. Por supuesto, el proceso se inicia con el objetivo de mejorar.
La auditoría busca identificar los puntos flacos y recibir una serie de recomendaciones para mejorarlos cuantitativamente. Así se define en la Directiva 2012/27/UE, del Parlamento Europeo: “[Auditoría energética es] todo procedimiento sistemático destinado a obtener conocimientos adecuados del perfil de consumo de energía existente”. Según la norma, se puede aplicar a “un edificio o grupo de edificios, una instalación o un servicio”.
Además, el texto oficial indica que el fin último es: “Cuantificar las posibilidades de ahorro de energía a un coste eficiente e informar al respecto”.
Para ello el analista no puede ofrecer datos genéricos: ha de basarse en las particularidades de cada empresa o cliente. Y por ello se impone un análisis del gasto real, maquinarias utilizadas y protocolos implantados en cada empresa.
Aunque cada caso es distinto, se puede hablar de una serie de fases básicas de una auditoría energética. En general, cualquier persona que se dedique a esto tras formarse en el Máster en Transición Energética en Madrid sigue los siguientes pasos:
Es importante iniciar el proyecto estudiando la empresa o edificio que va a ser objeto del análisis. Para ello, en una etapa previa se planifican los tiempos y objetivos del estudio.
La toma de contacto suele ser una entrevista con el cliente. En esta reunión se obtienen datos básicos: año de inicio de la actividad, edad del edificio, temperaturas medias de la zona, tipos de trabajos realizados… Toda esta información será muy relevante para enfocar la auditoría hacia los puntos débiles más previsibles.
El estudio de campo consiste en la observación visual en el espacio. El auditor energético se dirige a la empresa o edificio para examinar el lugar. Es conveniente ir acompañados de un responsable que pueda resolver dudas que surjan en el momento.
En este paso se examinan los materiales de recubrimiento de paredes y techos o el tipo de acristalamiento. Esta información sobre las técnicas de construcción es muy relevante para plantear pequeñas mejoras.
Inmediatamente después se realiza un examen del confort térmico. Para ello, el especialista en auditorías energéticas pregunta a los usuarios sobre las condiciones de trabajo. Se busca identificar picos de calor, zonas de escape de la calefacción, etc.
Con toda esta información el especialista puede realizar una simulación del gasto energético. Gracias a ello, es fácil elaborar un informe preliminar y plantear actuaciones de mejora.
Una vez elaborado el informe, conviene comprobar que lo planteado coincide con la realidad. Para ello, el especialista en gestión energética realiza mediciones in situ.
Se evalúa la humedad, la temperatura seca y húmeda y los flujos de calor de las máquinas. Además, han de examinarse los aislantes, los puentes térmicos, calderas, radiadores, etc.
La toma de medidas ofrece una cantidad de datos que hay que evaluar. De ello surge un diagnóstico que permite determinar si la empresa o comunidad tienen un buen nivel de gasto energético.
Lo habitual es encontrar algunos picos de consumo excesivo. Esto deriva en una alta facturación o incluso en un gasto desproporcionado para la actividad que se mantiene.
En la mayor parte de ocasiones el auditor energético encuentra algunos de los problemas anteriores. Si es así, conviene plantear mejoras para ahorrar a nivel económico y energético.
Algunas recomendaciones habituales son:
El protocolo indicado es el habitual cuando se cuenta con un auditor energético. Sin embargo, existen distintos tipos de auditorías:
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