

Desde las primeras misiones en los años 50, la propulsión espacial ha sido esencial para la exploración de la galaxia. Esta disciplina, que permite lanzar cohetes y satélites al espacio, plantea retos tecnológicos continuos y requiere una preparación avanzada.
Comprender los diferentes tipos de propulsión, sus características y cómo se diseñan los sistemas es esencial para quienes desean contribuir activamente al futuro de la ingeniería espacial. Si es tu caso, quizá te interese matricularte en el Máster en Sistemas Espaciales impartido en Madrid en la Universidad Europea donde adquirirás una formación puntera sobre astrodinámica, vehículos de lanzamiento y operación de satélites.
A continuación, veremos las claves de la propulsión espacial, un área que también puedes estudiar de manera remota en el Máster en Ingeniería Aeroespacial online.
¿Qué es la propulsión espacial?
La propulsión espacial es el conjunto de sistemas y tecnologías que permiten mover una nave o satélite en el espacio. A diferencia de los vehículos terrestres, las naves espaciales operan en un vacío donde no existe aire para generar tracción mediante métodos convencionales, como hélices o ruedas. Sus sistemas se rigen por principios físicos diferentes, como la tercera ley de Newton: toda acción tiene una reacción igual y opuesta.
Para generar impulso, los sistemas de propulsión espacial expulsan masa a gran velocidad, lo que provoca una fuerza de reacción que “empuja” la nave en dirección contraria. Este proceso es esencial no solo para alcanzar la órbita terrestre, sino también para maniobrar en el espacio, corregir trayectorias o emprender viajes a otros planetas.
Características fundamentales de la propulsión espacial
Un sistema de propulsión debe cumplir una serie de características para ser efectivo:
- Alta eficiencia energética: es crucial maximizar el rendimiento, pues llevar combustible al espacio es muy costoso.
- Estabilidad y seguridad: debe funcionar sin fallos en condiciones extremas de presión, temperatura y radiación.
- Capacidad de control: muchos sistemas tienen que ser activados y desactivados con precisión para realizar maniobras orbitales.
- Larga duración: sobre todo en misiones interplanetarias, donde no es posible realizar reparaciones.
Tipos de propulsión espacial
Los motores de propulsión se clasifican en función de la energía o la técnica que utilizan. A continuación, vamos a ver los principales tipos de propulsión espacial y sus características:
Propulsión química
Los motores químicos son los más utilizados y se basan en la combustión de propulsantes, que generan gases calientes expulsados a gran velocidad. La propulsión química puede ser líquida, que es más eficiente y controlable pero requiere sistemas complejos, o sólida, que es más simple y robusta, lo que la hace ideal para lanzamientos iniciales.
Propulsión eléctrica
Funciona acelerando iones mediante campos eléctricos o magnéticos. Los motores eléctricos más conocidos son los motores iónicos y los propulsores hall. Su ventaja principal es la eficiencia: permiten hacer misiones largas con poco combustible, aunque generan poco empuje y son lentos en la fase inicial.
Propulsión nuclear
Aunque todavía está en etapa de desarrollo, los motores nucleares prometen una alta capacidad de empuje y eficiencia. Este tipo de propulsión puede ser térmica (si se calienta un gas con un reactor nuclear) o eléctrica (si se usa la energía nuclear para alimentar motores eléctricos).
Propulsión por efecto campo
Es una de las propuestas más disruptivas, y se basa en la manipulación de campos electromagnéticos para generar movimiento sin expulsar masa. Aún está en fase teórica, pero puede motivar un cambio radical en el ámbito de la propulsión.
Velas solares
Estas velas aprovechan la presión de la radiación solar para desplazarse, como hacen las de un velero con la energía del viento. Son lentas, pero no requieren combustible, por lo que resultan ideales para misiones a largo plazo con bajo presupuesto.
¿Cómo se diseña un sistema de propulsión espacial?
El diseño de un sistema de propulsión espacial es un proceso complejo que implica conocimientos avanzados de física, química, ingeniería mecánica y electrónica. Normalmente, se siguen las siguientes fases:
- Definición de requisitos: según el tipo de misión, se elige el sistema más adecuado.
- Simulación y pruebas: se realizan cálculos teóricos y simulaciones para prever el comportamiento del sistema.
- Prototipado: se fabrican versiones experimentales que se prueban en condiciones simuladas.
- Integración con la nave: el motor debe ser compatible con el diseño general de la nave, tanto estructural como energéticamente.
- Validación en tierra y en órbita: antes de lanzarlo, el sistema debe demostrar su fiabilidad.
¿Qué formación necesitas para trabajar en propulsión espacial?
Un ingeniero aeroespacial que trabaje en el sector de la propulsión debe ser capaz de enfrentarse a retos científicos y técnicos de gran envergadura. Por tanto, además de estudiar una ingeniería, lo recomendable es seguir formándose con programas especializados.
Estudiar un máster con un enfoque práctico e innovador puede marcar la diferencia y aumentar tu empleabilidad. De entre todos los tipos de ingeniería, la aeroespacial destaca por ser una de las más dinámicas y apasionantes, pero ten en cuenta que las agencias espaciales y las empresas tecnológicas son cada vez más exigentes a la hora de contratar nuevos perfiles.
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