Las organizaciones se enfrentan cada día a más desafíos éticos. Garantizar la sostenibilidad de las operaciones, por ejemplo, ha pasado de ser una elección de las empresas a convertirse en un requisito legal en muchos mercados. También, la implementación de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial plantea preguntas que no son fáciles de responder.
Pero los dilemas éticos no son una novedad, sino que siempre han formado parte de la gestión empresarial. Para lograr un equilibrio entre el crecimiento económico, el bienestar de la plantilla, el desarrollo sostenible, la protección del medioambiente y el cumplimiento normativo, las empresas necesitan profesionales especializados. Todas estas cuestiones, y muchas otras, entran dentro de la ética empresarial. Descubre más sobre este ámbito, que se estudia en profundidad en el Curso en Compliance de la Universidad Europea.
La ética empresarial engloba todos los principios y valores que guían la conducta de una organización. En un mundo digital y globalizado, donde la transparencia y la responsabilidad social son fundamentales, esta disciplina ha adquirido especial relevancia.
Tener unos principios éticos bien definidos no solo ayuda a las empresas a cumplir con las obligaciones legales, sino que tiene otros muchos beneficios:
Existen varios casos de empresas que disfrutan de una buena reputación por la calidad de sus productos y servicios, y por sus prácticas sostenibles y responsables. Veamos algunas de ellas:
Esta marca de moda sostenible dona un porcentaje de sus ganancias a causas medioambientales y anima a sus consumidores a reparar y reutilizar sus productos. Recientemente, el control de la empresa se ha transferido a un fondo dirigido a combatir el cambio climático.
Es conocida por su compromiso social y con los derechos de los trabajadores, además de por sus iniciativas para combatir el cambio climático. Asimismo, la empresa ha integrado estos valores en sus campañas de marketing.
La cadena sueca ha invertido considerablemente en prácticas sostenibles, como el uso de materiales reciclados y energías renovables en sus operaciones. También promueve la producción sostenible en su cadena de suministro.
Conocida por su compromiso con los agricultores y el comercio justo, Starbucks ha desarrollado iniciativas para asegurar que su café se obtenga de manera ética. Igualmente, ha trabajado para reducir su huella de carbono y apostado por las energías renovables.
Para entender bien la ética empresarial, hay que saber qué es el compliance, ya que este es uno de sus pilares más importantes. El compliance supervisa que la empresa cumpla con todas las normativas vigentes, y trabaja para fomentar una cultura de integridad. Las políticas de compliance abarcan:
Velar por el bienestar y los derechos de los trabajadores sigue siendo uno de los objetivos clave del compliance y la ética empresarial. Pero, en paralelo, hay una serie de cuestiones éticas que están ganando relevancia. Entre ellas, destacan especialmente tres:
Las empresas necesitan reducir su impacto ambiental y promover el desarrollo responsable para que sus modelos de negocio sigan siendo viables en el futuro. Mientras que hace unos años la sostenibilidad era una cuestión puramente ética, en la actualidad las empresas que descuiden este aspecto en sus operaciones pueden enfrentarse a graves sanciones.
Las organizaciones han de invertir en mejorar el bienestar social, económico y ambiental. La responsabilidad social corporativa es más importante que nunca ahora que normativas como la taxonomía de la UE exigen que se presenten informes de ESG.
La adopción de tecnologías de vanguardia como la inteligencia empresarial, el análisis de datos y la automatización debe hacerse de forma ética. Por ejemplo, se debe proteger la información personal de los usuarios, y es necesario capacitar a los empleados para desempeñar nuevas tareas relacionadas con la tecnología a medida que ciertas funciones quedan obsoletas.
En definitiva, la ética empresarial es esencial para cualquier organización que aspire a tener éxito a largo plazo. Una buena estrategia de compliance no solo evita problemas legales y protege la reputación del negocio, sino que puede llegar a tener un impacto positivo en los resultados empresariales y ayudar a conseguir los objetivos de negocio.