
Educación
Vivimos en una sociedad plural y heterogénea. Algo que salta a la vista con mirar a nuestro alrededor cuando vamos por la calle. Y el reflejo de esto, si bien a pequeña escala, no es difícil encontrarlo en el interior de un aula en un centro educativo cualquiera.
Esta multiculturalidad y diversidad, en general, constituye una excelente oportunidad que la comunidad educativa tiene que saber aprovechar para fomentar valores como el respeto, la integración y la cooperación a través de la Educación y que el alumnado los interiorice/normalice ya desde la infancia.
En el artículo vamos a hablar sobre el aula inclusiva: en qué consiste este enfoque educativo y por dónde empezar para hacerla posible.
La escuela tradicional nos ha acostumbrado a un modelo de enseñanza homogéneo que, con la intención de ser justo para todos, no asegura que se atiendan las necesidades educativas individuales del estudiante. Este modelo apenas presta atención a las diferencias que existen dentro de una misma aula (intereses, capacidades, culturas, orientaciones sexuales, etc.). Es momento de llevar a la práctica el concepto de aula inclusiva.
Esta visión educativa se caracteriza por atender las diferencias o las necesidades individuales de cada estudiante, ofrecerles un entorno motivador y estimulante en el que aprender y relacionarse con sus iguales.
El propósito del aula inclusiva es ofrecer una educación al alcance de todos y que esta favorezca el desarrollo máximo de cada uno de los alumnos, tanto a nivel académico como personal.
Todo ello teniendo al docente como referente integrador, guía y facilitador del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Para llevar a cabo una enseñanza adaptada a la diversidad y a las necesidades individuales que hay presentes en una misma clase, que ofrezca una atención más personalizada y sea eficaz, es importante tener, de base, una buena organización.
Las aulas inclusivas suelen estar divididas en pequeños grupos heterogéneos y equitativos. De modo que cada miembro de un equipo, además de prosperar en sus capacidades académicas y personales, saca partido a sus puntos fuertes ayudando a aquellos compañeros que lo necesitan, nadie se queda atrás. Así se fomentan la tolerancia, la integración y la autoestima.
En algunos contextos educativos, las clases inclusivas habitualmente cuentan con un docente principal y otro de refuerzo que, según las circunstancias, puede estar presente durante toda la jornada escolar o solo durante unas horas concretas. En cualquier caso, ambos tienen que estar alineados y en sintonía a la hora de planificar y dirigir la clase, enseñar y supervisar la evolución de los estudiantes. Se trata de un modelo de enseñanza colaborativa.
En otros entornos, los estudiantes que aprenden de forma distinta y se encuentran en diferentes niveles académicos conviven son un solo docente, sin necesidad de un diagnóstico específico que implique una atención a la diversidad concreta. En este sentido, la capacidad para planificar un currículo inclusivo, teniendo en cuenta las posibles adaptaciones didácticas o realizando unas Técnicas de Enseñanza Personalizada, ya que es una competencia profesional que todo docente debe manejar.
Para ser un docente inclusivo, además de cualidades como empatía, flexibilidad, buena comunicación y capacidad de observación, resulta esencial tener una formación específica en diseño y aplicación sobre Estrategias Educativas Inclusivas como, por ejemplo, el Curso de Atención a la Diversidad que ofertamos en la Universidad Europea.
Esta formación universitaria te aportará una visión actualizada del sector de la Educación y las aptitudes que necesitas para afrontar sus retos. En este curso 100 % online abordarás, desde una perspectiva teórica y práctica, la educación inclusiva y la atención a la diversidad en el aula, pero también la estimulación psicomotriz y neuromotora en etapas tempranas e iniciales del desarrollo, y el Trastorno del Aspecto Autista (TEA).
Si quieres conocer más detalles sobre este u otros cursos: