Hoy en día, la tecnología está presente en muchos ámbitos de nuestra vida cotidiana, la usamos para prácticamente todo y, para nuestra mala suerte, muchos hackers han visto en estos hábitos una oportunidad para perpetrar sus ciberataques y llegar a nosotros.
Si bien durante este tiempo ningún sector se ha librado de estas amenazas, lo cierto es que muchos de estos ciberdelincuentes se han cebado con el sector educativo, convirtiéndose este en uno de los que más ha sufrido las consecuencias de esta hiperconectividad.
Aprovechamos el artículo de hoy hablar acerca de la ciberseguridad en la educación. Y si quieres profundizar más sobre este tema una vez haya terminado de leerlo, no puedes pasar por alto nuestros Cursos de Educación.
Cuando hablamos de la ciberseguridad en educación, lo hacemos para referirnos a, por un lado, todo aquello que tiene que ver con el tratamiento de datos especialmente protegidos o sensibles como, por ejemplo, la información privada de un estudiante o sus calificaciones.
Por el otro lado, este mismo concepto abarca también el uso responsable de aplicaciones web y plataformas digitales educativas, cumpliendo la normativa de protección de datos para ello.
Y, por el último, implica que colegios, institutos y universidades pongan todos los recursos posibles para velar por la seguridad de sus redes, protegerse frente a riesgos potenciales y diseñar un plan de buenas prácticas en el ámbito de las tecnologías de la información.
Una de las principales razones por las que las instituciones educativas son el foco de atención de muchos ciberdelincuentes es porque manejan un gran volumen de datos en su día a día. Esto les permite acceder a información privada del personal que trabaja en el centro, los estudiantes y sus familias, bases de datos, gestores de documentación e, incluso, a trabajos de investigación. Y, por ello, pueden sacar un beneficio económico a cambio de su “rescate”.
Otro motivo por el que se vulnera la seguridad informática de colegios, institutos y universidades es por lo fácil que resulta hacerlo. Sus infraestructuras tecnológicas y sistemas tienden a estar obsoletos o mal configurados, lo que no los protege suficiente frente a las amenazas más actuales.
Detrás de esta fijación por acosar el sector educativo a base de ciberataques, se encuentra también el hecho de que los estudiantes, así como el personal docente y administrativo utilizan sus dispositivos personales para conectarse a las redes del centro educativo. Esto crea múltiples puntos de entrada, comprometiendo la seguridad informática, a través de los cuales los hackers pueden “colarse”.
Ahora que las instituciones educativas han abierto de par en par las puertas de sus aulas a las infinitas posibilidades que ofrece Internet y las TIC, y después de lo comentado hasta el momento, toca establecer unas medidas de ciberseguridad en educación.
Algunas, por ejemplo, podrían ser: