El autoconcepto y la autoestima en los adolescentes son clave para su bienestar psicológico, además de tratarse de factores que determinarán su calidad de vida en la edad adulta. Por esta razón, es importante que familia y comunidad educativa trabajemos a una proporcionándoles todo nuestro apoyo.
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Autoconcepto y autoestima: definiciones
El autoconcepto es el sistema de creencias que una persona considera ciertas sobre sí misma y su relación con los demás y el entorno, y que emplea para describirse.
Este se forma a partir de los mensajes verbales y no verbales que, desde la infancia, recibe sobre su identidad, valor personal y actuación en las áreas más importantes de su vida, sobre todo la académica y la interpersonal.
Dentro del autoconcepto, es posible diferenciar 4 tipos específicos: emocional, académico, familiar y social.
Del autoconcepto que una persona tiene, se deriva el nivel de la autoestima. Esta es la valoración positiva o negativa de estos elementos descriptivos. A su vez, está conformada por los siguientes componentes: cognitivo, afectivo y conductual.
Si bien autoconcepto y autoestima suelen usarse como sinónimos, lo cierto es que no delimitan una misma idea. En todo caso, ambos interactúan como un binomio causa-efecto.
¿Por qué es tan importante la autoestima en la adolescencia?
La adolescencia es un momento clave para el desarrollo de cualquier persona, ya que es en esta etapa cuando se producen algunos de los cambios físicos, cognitivos y sociales más importantes de nuestra vida. Esto supone un gran desafío que pone a prueba la visión que tenemos sobre nosotros mismos y también nuestros recursos psicológicos.
En esta fase es cuando se despierta en nosotros la necesidad de forjar una identidad y valía propias, diferenciarnos de nuestros progenitores o tutores legales, contar con el apoyo social de personas con valores parecidos a los nuestros, y ganar una independencia y autonomía que nos permitan afrontar discusiones o conflictos por medios propios.
Todo ello habitualmente viene acompañado de una cierta sensación de “desprotección” (algo lógico y normal) para la cual la autoestima juega un papel importante.
Y es que especialistas del campo de la psicología afirman que los adolescentes con unos niveles de autoestima adecuados, a nivel personal y social, desarrollan más recursos psicológicos ante las adversidades, perciben el estrés cotidiano de una forma menos negativa, disfrutan más de las experiencias positivas, son menos susceptibles ante los comentarios negativos y la presión de los iguales, y tienen un estilo más personal y cercano.
En cuanto al ámbito escolar, una buena autoestima se relaciona con un éxito académico y perseverancia mayores, así como una preocupación menor por las demandas educativas.
Por el contrario, las personas con una autoestima baja mantienen opiniones muy desfavorables sobre ellas mismas y valoran negativamente su valía personal. Todo ello se debe a una distorsión del pensamiento y una visión sesgada de la realidad que consiste, principalmente, en sobregeneralizar los fracasos a partir de un hecho aislado, emitir razonamientos sin tener en cuenta los matices, suponer (sin evidencias ni pruebas) que todo lo adverso tiene que ver con ellas y dirigir las propias conductas a la evitación de emociones desagradables.
Asimismo, los expertos en psicología asocian unos niveles de autoestima y autoconcepto bajos con una mayor probabilidad de padecer patologías como, por ejemplo: ansiedad patológica, depresión grave, agresividad, adicción al alcohol y otros estupefacientes, problemas de aprendizaje, etc.
¿Cómo fomentar la autoestima en clase?
Como docentes, nuestras palabras y acciones tienen un gran calado en el alumnado. A continuación, te damos algunas estrategias para fortalecer la autoestima de tus estudiantes:
- Validar sus emociones y experiencias proporcionando unfeedbackclaro.
- Realizar críticas constructivasseñalando el comportamiento o la tarea que se desea cambiar en vez de hacer referencia a las cualidades de la persona.
- Darles autonomía, dejar que prueben y se equivoquen.
- Dedicarles tiempo de calidad.
- Establecer límites clarospara que desarrollen el sentido de la responsabilidad.
- Usar metodologías activas que despierten curiosidad, motivación e interés por aprender en los estudiantes.
- Entrenar el autoconcepto social y escolarde forma que el estudiante sea capaz de identificar problemas y manejar las mejores soluciones; alcanzar unos objetivos que se le han propuesto previamente teniendo en cuenta la programación y sus capacidades; y escuchar, compartir, participar y comprender diferentes puntos de vista.
- Establecer una buena comunicación con las familias y/o tutores legales del alumnado. Si quieres saber cómo llegar a este punto, te recomendamos que consultes elCurso de Tutoría para Docentesde la Escuela de Innovación Educativa de la Universidad Europea. Te será de muy útil.
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