No todos los días hay viento, ni el sol brilla todo el tiempo. Sin embargo, el almacenamiento de energía nos permite disponer de energía procedente de fuentes renovables intermitentes, como la solar y la eólica, cuando más la necesitamos.
Si quieres profundizar en este tema, con el Máster en Energías Renovables aprenderás a diseñar, gestionar y dirigir proyectos de generación eléctrica basados en energías limpias. En la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Europea podrás estudiar sostenibilidad desde diferentes enfoques, con los mejores expertos y tecnologías de vanguardia.
El almacenamiento de energía es el proceso de capturar la energía producida en un momento dado para su uso en un momento posterior.
Gracias a las tecnologías de almacenamiento energético, se puede equilibrar la oferta y la demanda de electricidad. El excedente de energía generado en los momentos de mayor producción se guarda para usarlo cuando la demanda es alta o la generación es baja.
Existen varios métodos y tecnologías para almacenar energía que pueden usarse según los tipos de energías renovables.
Es una de las soluciones más longevas y utilizadas. Consiste en aprovechar la energía cinética o potencial de objetos físicos para almacenar y liberar energía.
Es el caso de las baterías, como las de iones de litio, que almacenan energía química que puede convertirse en electricidad. Son flexibles y fáciles de instalar. Las encontramos en electrodomésticos, coches eléctricos y grandes plantas de almacenamiento.
Otro tipo de baterías son las de flujo, que utilizan electrolitos líquidos para almacenar energía en depósitos externos. Este tipo de almacenamiento permite ajustar la capacidad, por lo que es útil para grandes escalas.
El calor se almacena en materiales como agua, sales fundidas o rocas para su uso posterior, ya sea en calefacción o en la producción de electricidad. Se trata del sistema de almacenamiento habitual de las centrales termosolares.
Consiste en el uso de energía eléctrica para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno mediante electrólisis. El hidrógeno resultante puede almacenarse y luego reconvertirse en electricidad o utilizarse como combustible.
Es el caso de los superconductores (SMES), dispositivos que almacenan energía mediante campos magnéticos en bobinas superconductoras.
Este tipo de almacenamiento energético es muy eficiente y tiene tiempos de respuesta muy rápidos. Sin embargo, su uso está limitado por el alto coste y la complejidad de los sistemas.
Los proyectos actuales de investigación y desarrollo en almacenamiento de energía se están centrando en dar respuesta a los retos que plantean estos sistemas: la escalabilidad, el coste, la durabilidad, la eficiencia y el impacto ambiental. En los últimos años, han surgido nuevas tecnologías con el potencial de responder a varias de estas cuestiones:
Estas baterías eliminan el electrolito líquido de las baterías tradicionales, lo que mejora la seguridad (menor riesgo de incendio), aumenta la densidad energética y permite una mayor vida útil.
Empresas como Toyota, Panasonic y Volkswagen están invirtiendo en esta tecnología, con el objetivo de comercializarla para vehículos eléctricos en la próxima década.
Se elevan bloques de cemento cuando hay exceso de energía y se dejan caer para generar electricidad cuando se necesita. Este enfoque tiene bajo impacto ambiental y puede utilizarse durante muchos años sin degradarse.
La empresa suiza Energy Vault ha desarrollado una de las primeras soluciones comerciales de almacenamiento gravitacional y ya se están construyendo proyectos piloto en Escocia, California e Italia.
El hidrógeno producido mediante electrólisis usando energías renovables se está convirtiendo en una solución prometedora. El hidrógeno verde puede almacenarse indefinidamente y utilizarse para generar electricidad cuando se necesite o como combustible en sectores difíciles de electrificar, como la industria pesada y el transporte de larga distancia.
Alemania y España han adoptado estrategias nacionales de hidrógeno, Japón y Países Bajos están invirtiendo en instalaciones de almacenamiento, mientras que Australia se ha posicionado como futuro líder en la producción y exportación de hidrógeno verde. En este contexto, estudiar el Curso en Hidrógeno Verde de la Universidad Europea te ayudará a comprender los procesos de producción y aplicaciones de esta fuente energética clave, así como explorar el impacto de las políticas y tecnologías actuales en su desarrollo.
En plantas de energía termosolar, el calor se almacena en sales fundidas o materiales de cambio de fase, que luego se usan para generar electricidad. Este método es eficiente y puede almacenar energía por largos períodos.
Dinamarca ha desarrollado un innovador sistema de almacenamiento térmico para sus sistemas de calefacción urbana: Marstal es capaz de almacenar hasta 75.000 m³ de agua caliente.
Ofrecen una alternativa a las baterías, especialmente en aplicaciones donde se necesitan ciclos rápidos de carga y descarga. Tienen una vida útil mucho mayor que las baterías convencionales y son ideales para sistemas que requieren picos de energía rápidos.
La combinación de estas tecnologías será fundamental para satisfacer la creciente demanda de almacenamiento. Se espera que los costos disminuyan a medida que las economías de escala aumenten y las mejoras tecnológicas continúen.
La formación técnica en la instalación, operación y mantenimiento de estas tecnologías asegurará que las infraestructuras energéticas sean confiables y eficientes. La formación en este campo no solo impulsa el crecimiento del sector, sino que también genera empleo. Se estima que la industria de las energías renovables creará millones de empleos, desde técnicos hasta ingenieros de energías renovables y desarrolladores de proyectos.