Este estudio proporciona evidencia científica del significativo estrés psicofisiológico que experimentan los cirujanos durante procedimientos quirúrgicos estéticos prolongados, particularmente en liposucciones de 3 a 4 horas de duración
Un reciente estudio liderado por los miembros del grupo de investigación en Psicofisiología Aplicada, el catedrático Vicente Javier Clemente Suárez y el profesor titular José Francisco Tornero Aguilera, y ejecutado por la doctoranda y médico Carlota Valeria Villanueva Tobaldo en colaboración con varias clínicas privadas de medicina y cirugía estética, ha demostrado que los cirujanos experimentan una intensa activación simpática durante procedimientos estéticos prolongados, como liposucciones de más de cuatro horas.
Los autores demostraron un aumento significativo de la frecuencia cardíaca en un 15% desde el periodo precirugía hasta el postoperatorio, lo que evidencia una activación simpática y un mayor gasto y fatiga cardiovascular, así como una reminiscencia de dicha actividad al acabar la cirugía. Además, la RMSSD (raíz cuadrada media de las diferencias sucesivas entre los latidos cardíacos normales) disminuyó un 14%, lo que respalda la hipótesis de un incremento en la variabilidad de la frecuencia cardíaca durante la cirugía. Por otro lado, se observó una tendencia alcista en la regulación de los valores de baja frecuencia (LF) con un aumento del 18,1%, indicando un predominio de la actividad simpática.
Estas respuestas fisiológicas sugieren que los cirujanos experimentan un nivel sustancial de estrés durante procedimientos estéticos prolongados, lo que puede tener varias implicaciones importantes. En primer lugar, el aumento del estrés fisiológico puede afectar negativamente la función cognitiva, la toma de decisiones y el rendimiento general del cirujano, incrementando el riesgo de errores durante la cirugía. Además, una activación simpática prolongada puede tener efectos adversos a largo plazo en la salud cardiovascular de los cirujanos, especialmente si se enfrentan a estos niveles de estrés de manera frecuente.
Los autores demostraron un aumento significativo de la frecuencia cardíaca en un 15% desde el periodo precirugía hasta el postoperatorio, lo que evidencia una activación simpática y un mayor gasto cardiovascular. Además, la RMSSD (raíz cuadrada media de las diferencias sucesivas entre los latidos cardíacos normales) disminuyó un 14%, lo que respalda la hipótesis de un incremento en la variabilidad de la frecuencia cardíaca durante la cirugía. Por otro lado, se observó una tendencia alcista en la regulación de los valores de baja frecuencia (LF) con un aumento del 18,1%, indicando un predominio de la actividad simpática. Estas respuestas fisiológicas sugieren que los cirujanos experimentan un nivel sustancial de estrés durante procedimientos estéticos prolongados, lo que puede tener varias implicaciones importantes.
Las implicaciones científicas de estos hallazgos son variadas y significativas. En primer lugar, confirman la relación entre el estrés prolongado y la activación del sistema nervioso simpático en entornos quirúrgicos, lo cual puede comprometer la memoria operativa y ejecutiva de los cirujanos, afectando potencialmente su capacidad para tomar decisiones precisas y mantener un alto nivel de destreza manual durante las operaciones. Así mismo, una activación simpática prolongada puede tener efectos adversos a largo plazo en la salud cardiovascular de los cirujanos, especialmente si se enfrentan a estos niveles de estrés de manera frecuente. Estas conclusiones están alineadas con la literatura existente, que sugiere que el estrés agudo y prolongado puede deteriorar funciones cognitivas críticas (Sandi & Pinelo-Nava, 2007). Además, subrayan la necesidad de desarrollar y aplicar estrategias de gestión del estrés eficaces, adaptadas a los desafíos únicos que enfrentan los cirujanos estéticos, para mejorar su rendimiento y los resultados clínicos.
Carlota Valeria Villanueva-Tobaldo ha expuesto que “muchas veces, las cirugías prolongadas se encadenan o los tiempos entre una y otra pueden ser breves. Viendo el resultado de la activación y reminiscencia de la actividad simpática, estos factores pueden perjudicar la siguiente cirugía si no se implementan técnicas de relajación, control y suficiente tiempo entre una y otra intervención. Según estudios, se recomienda un mínimo de 4 a 6 horas para la recuperación del sistema nervioso y para que este se encuentre en pleno funcionamiento sin que se vean perjudicadas ni la salud ni las habilidades del cirujano para la siguiente cirugía”.
Esta investigación subraya la necesidad de implementar estrategias efectivas de gestión del estrés, tales como programas de formación en simulación preoperatoria, técnicas de atención plena y mejoras ergonómicas en el entorno quirúrgico. Estas intervenciones no solo mejorarían el bienestar de los cirujanos, sino que también optimizarían los resultados para los pacientes, promoviendo un entorno quirúrgico más saludable y eficiente.
Por otro lado, se evaluó cómo la experiencia y la formación de los cirujanos influyen en su respuesta al estrés. Los cirujanos con menos experiencia mostraron respuestas anticipatorias al estrés más pronunciadas, reflejadas en niveles elevados de HRV y cortisol en los momentos previos a la cirugía. Este estrés anticipatorio, que no se reflejó en medidas subjetivas de estrés y percepción de esfuerzo, destaca la necesidad de una mayor conciencia y de gestión del estrés específica en los cirujanos menos experimentados.
La investigación enfatiza la relevancia de los modelos de simulación como método de aprendizaje vivencial y experiencial para regular las respuestas fisiológicas al estrés en cirujanos, especialmente en aquellos con menos experiencia. La simulación preoperatoria, junto con programas de gestión del estrés y atención plena, puede preparar a los cirujanos para las demandas físicas y cognitivas de las cirugías estéticas prolongadas, mejorando su rendimiento y reduciendo el riesgo de errores.
El catedrático Vicente Javier Clemente Suárez ha explicado la importancia de adoptar medidas ante las conclusiones de este estudio e incidido en las próximas líneas de investigación: “La aplicación de intervenciones específicas, como la formación en simulación preoperatoria, los programas de atención plena y las mejoras ergonómicas, pueden mitigar el estrés, mejorar el rendimiento de los cirujanos y los resultados en los pacientes. La investigación futura debería explorar los efectos longitudinales, la eficacia de las intervenciones y las innovaciones tecnológicas para comprender y abordar mejor el estrés quirúrgico, fomentando en última instancia un entorno quirúrgico más saludable y eficiente”.
Los hallazgos de la investigación, como ha explicado Tornero Aguilera, “ponen de manifiesto la firme apuesta de la Universidad Europea por la investigación aplicada y la mejora continua en la formación de profesionales de la medicina. La implementación de estrategias de simulación y gestión del estrés no solo mejora el bienestar de los cirujanos, sino que también optimiza los resultados para los pacientes, promoviendo un entorno quirúrgico más saludable y eficiente”.