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La viabilidad y comercialización de los medicamentos no depende exclusivamente de la efectividad de los mismos. También es necesario tener en cuenta factores como su coste monetario. De este análisis financiero se encarga la disciplina conocida como farmacoeconomía.
En los masters en Farmacia de la Universidad Europea te ofrecemos los conocimientos específicos para profundizar en el campo de la farmacoeconomía y poder liderar la investigación dentro de compañías farmacéuticas.
Por ahora, te invitamos a leer este artículo si quieres conocer en profundidad cómo funciona la farmacoeconomía y qué tipos de análisis ejecuta esta materia.
La farmacoeconomía es la disciplina de la economía de la salud encargada de estudiar el valor de los tratamientos farmacológicos desde una perspectiva económica con el objetivo de suministrarlos a los pacientes. Esta evaluación incluye la identificación, el cálculo y la comparación de precios, así como los riesgos y beneficios que los medicamentos puedan proporcionar a los pacientes. Es decir, a través de la farmacoeconomía se valora tanto el coste como la efectividad de los medicamentos, ya que el hecho de que un fármaco sea eficiente no necesariamente implica que sea económico o rentable.
Los costes de un tratamiento se pueden dividir en dos categorías:
Por lo tanto, el objetivo principal de la farmacoeconomía es encontrar un equilibrio entre los gastos producidos y los beneficios potenciales, teniendo en cuenta diferentes factores o análisis.
Existen diferentes modalidades de análisis que pueden llevarse a cabo para evaluar los costes de los diferentes tratamientos farmacológicos.
Esta evaluación consiste en comparar los costes de diferentes medicamentos o propuestas que han obtenido resultados clínicos idénticos. Su propósito es estudiar los diferentes precios y elegir el fármaco más económico. Se trata de un procedimiento sencillo, ya que no requiere medir los resultados.
Este tipo de análisis permite determinar si los beneficios que generan los tratamientos farmacológicos justifican el gasto que suponen. Para ello, se convierten todos los valores a la misma unidad monetaria y se divide el valor de los beneficios previstos por el de los costes estimados. En caso de que ya se haya realizado la inversión, se restan los costes a las ganancias para obtener el beneficio neto. En definitiva, se trata de encontrar la opción que presente mayor rentabilidad.
Este parámetro es uno de los criterios más utilizados en el sector de la salud. Se trata de un análisis comparativo de los costes monetarios y los resultados en unidades naturales. Para ello, se miden variables físicas (como las vidas que se han salvado o los casos que se han analizado) junto al coste monetario de la actividad. La ventaja de este análisis es que permite obtener valores objetivos y relevantes, por lo que los profesionales de la salud suelen priorizar este método.
En este análisis se miden los costes y las consecuencias que los tratamientos generan en los pacientes. Para ello, se asigna un valor no monetario a los efectos colaterales que podrían causar, teniendo en cuenta la calidad de vida que tendrán las personas. Esto permite comparar la mortalidad y la morbilidad. Sin embargo, este análisis presenta la desventaja de que no se puede precisar de forma totalmente objetiva el valor de los efectos adversos o las secuelas.
Aquí se tienen en cuenta todos los costes atribuidos a una patología durante un tiempo determinado. Esto permite identificar los recursos que consume el tratamiento y el seguimiento de la enfermedad.
Son muchas las razones por las que es necesario tener conocimientos sobre economía de la salud, especialmente en el campo de la investigación farmacológica. Si te interesa el ámbito sanitario, la farmacoeconomía te permitirá conocer qué diferencias existen entre diferentes tratamientos, ayudándote a determinar cuál es la mejor opción, tanto en términos económicos como de mejora de la calidad de vida de los pacientes.