
Educación
Los docentes no solo transmiten conocimientos y desarrollan las habilidades de sus estudiantes, también deben asegurarse de que exista un clima positivo en el aula que favorezca el aprendizaje. Muchas veces deben corregir los malos comportamientos y mediar en los conflictos. Su manera de hacerlo puede marcar a los alumnos.
En el pasado, los maestros solían recurrir a los castigos para disciplinar a los estudiantes, pero la aparición de nuevos modelos educativos ha promovido estrategias más respetuosas, como la disciplina positiva. De hecho, en nuestro Grado en Educación Infantil no sólo abordamos las cuestiones didácticas sino también los fundamentos teóricos y prácticos de los enfoques educativos más recientes.
La disciplina positiva es un modelo educativo que se originó en la década de 1920 de la mano del psicólogo Alfred Adler y el psiquiatra y educador Rudolf Dreikurs. Más tarde, la psicóloga estadounidense Jane Nelsen contribuyó a su difusión mundial, en gran parte gracias a su libro “Cómo educar con firmeza y cariño”.
En práctica, esta corriente educativa se basa en el respeto mutuo y anima a los educadores a asumir una actitud firme, pero positiva y afectuosa con sus estudiantes. Su principal objetivo es lograr que los estudiantes se comporten adecuadamente y sigan las normas disciplinando con paciencia y amabilidad.
Este modelo educativo es beneficioso porque no solo corrige las malas conductas, sino que el docente también se convierte en un modelo de habilidades sociales para los estudiantes, quienes podrán aprender a solucionar sus conflictos de manera más asertiva. También contribuye a mantener el vínculo emocional, incluso en el momento en que se corrige el comportamiento, de manera que no provoca tanto rechazo y rebelión como el castigo. Al contrario, estos suelen mostrarse más colaborativos.
Al mismo tiempo, la disciplina positiva permite dejar claras las normas y reglas, algo esencial para el desarrollo infantil ya que los niños deben saber qué esperan los adultos de ellos. Por tanto, este método educativo genera figuras de autoridad amables en las que los niños pueden confiar y recurrir si tienen un problema.
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